En uno de los tantos viajes que realizo, tuve la oportunidad de compartir con dos dilectos jóvenes que fueron mis compañeros de recorrido por alrededor de dos horas, entre una de los varios temas que trataban, uno en especial me llamó la atención, y creo que era el que más empeño le pusieron para comentarlo; la trama comenzó cuando uno de los interlocutores hizo la interrogante de que haría cuando termine de realizar la tesis, la respuesta fue: "debemos apoyar a un candidato y si tenemos suerte y gana, aseguramos un trabajo".
Que enorme preocupación sentí, hasta donde nos está llevando este sistema político clientelar que por décadas y décadas nos viene gobernando, es doloroso escuchar que quienes son el presente y futuro de nuestra patria, tengan esas expectativas, miles de interrogantes se cruzaron por mi mente, en verdad me preocupó, un joven universitario, en plena flor de su juventud con esos pensamientos, con un criterio al límite del pesimismo, aún sigo incrédulo, no concibo la idea de que el sistema pedagógico está atrofiando la capacidad soñadora, emprendedora y triunfalista de nuestra juventud.
Nuestras universidades están votando, si literalmente votando al mundo a jóvenes profesiones sin vocación, ¿pero este problema se genera en la universidad?, la respuesta es no, contundentemente no, el erróneo sistema educativo ecuatoriano, ha descuidado por completo la educación inicial, es ahí a donde se debe mirar y lo decimos porque en un simple googleo, encontramos cientos de análisis científicos, entre ellos el publicado por la cadena española ABC, en donde se confirma que "los seis primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo del ser humano porque, en ellos, el niño configura sus habilidades psicomotoras, cognitivas, lingüísticas, emocionales y sociales", según lo destaca María Teresa Sanz de Acedo pedagoga y doctora en Psicología, especializada en el área Evolutiva y de la Educación.
"Los niños son unas esponjas, son capaces de aprender de forma muy natural y de llegar mucho más allá de lo que pensamos", considera José Ignacio Rivas, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga, esto confirma que el sistema educativo en Ecuador, está manejándose de forma errónea, en los primeros años escolares se debe descubrirse las potencialidades de un ser humano, que vienen de la mano con la vocación, seleccionar correctamente a los docentes debería ser el primer paso, luego crear pensum de estudios adecuados y que descubran el talento en las etapas tempranas de la educación, en donde salgan a flote las habilidades, sus fortalezas, para luego ir guiándolos adecuadamente a que consigan una profesionalización en el área en la que destacan.
La formación correcta de un individuo, nos permitirá tener profesionales con vocación, que amarán lo que hacen, que tendrán la capacidad de servir a su pueblo, al contrario de lo que sucede ahora, que tenemos profesionales que escogieron su carrera por que vieron que a su vecino, amigo o familiar le iba económicamente bien, o por que el sistema educativo los obligó a seguir tal o cual carrera que ni siquiera estuvo en sus planes, esto es lo que incluso sería una de las causas de la corrupción, porque ven a las instituciones públicas como una mina de oro, de donde pueden sacar tajada con facilidad y hacer dinero fácil de la noche a la mañana, o el clientelismo político, que consiste en alzar una bandera, pelearse con la familia o sus amigos por un candidato, esperando ser tomado en cuenta para un trabajo, para el que no está ni siquiera capacitado.
Esa es la triste realidad de nuestro país, nadie habla del tema, nadie reclama, nadie dice nada, es simple entender que a la clase política dominante, no de ahora, sino de siempre, no le interesa este asunto, porque un pueblo educado nunca elegiría a cualquier individuo como su representante, la capacidad de discernimiento sería mejor, no tendríamos que seguir creando o reformando leyes sancionadoras, porque un pueblo educado, no tropezaría dos veces con la misma piedra, su comportamiento sería diferente, mermaríamos la delincuencia, la corrupción y hasta mejoraríamos la calidad de servicio público, estos pensamiento parecen utopías, pero soñar no cuesta nada, el propósito es comenzar y hay que hacerlo ahora, aunque no veamos los cambios, al menos nos iremos de este mundo soñando en que nuestros nietos o los hijos de nuestros nietos, tendrán un país mejor.
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