Como uno de los recuerdos que me quedan de mi
niñez, es que siempre el candidato de mi padre perdía las elecciones y cada vez
mi interrogante era la misma a quien toda mi vida ha sido mi consejero en
tópicos tan interesantes como la política, la metafísica, la comunicación y en
mi época de juventud hasta de los líos del amor, ¿por qué no votó por el
ganador?
Dicen que el diablo sabe más por viejo que por
diablo, pero yo creo que en el caso de mi padre ese dicho popular no estaba
conjeturado con la lógica que cualquier individuo tendría de la política 0y es
que siempre votamos por el más bonito, el más jovial, el apellido y hasta el
que más dinero tiene.
Mi padre, viejo seguidor de Gengis Kan, de Pancho Villa, de Karl Marx, de la perestroika y de Churchill,
quien siguió cada paso del Che Guevara en sus andadas por Latinoamérica con esa
amalgama de conceptos tiene bien clara la película si de elecciones se trata,
nunca eligió el candidato por su propaganda o por su posición en las encuestas,
siempre lo ha hecho midiendo su nivel de propuestas y su capacidad de discurso,
lo que ahora lastimosamente ya no pasa.
Enemigo de los populistas, aficionado a las
revoluciones socialistas, a los estadistas británicos y enemigo de las
“revoluciones” modernas, mi padre influyó en mi sentido crítico y creó una
capacidad de análisis en mí que me ha servido para ver el panorama electoral de
otro ángulo, leer entre líneas y decidir, no por el que dicen que va a ganar,
si no por quien presenta las mejores opciones de cambio para nuestra patria.
Es que es preocupante escuchar a los amigos,
vecinos y hasta a simples desconocidos, la postura que tienen y su poca
capacidad de análisis para decidir con muy poca responsabilidad los destinos de
nuestra patria; así es, los destinos de todo lo que embarca esa palabra PATRIA,
será que nos falta responsabilidad política o será el desengaño que ha tenido
el pueblo con los políticos de turno, pero no podemos decidir por quien sea el
mejor parecido o el mejor peinado, eso no…
En las actuales elecciones estamos dejándonos
llevar del efecto triunfalista que nos imponen las encuestas, esas encuestas
diseñadas y pagadas por quienes quieren ubicarse en los primeros puestos, esas
encuestas que despiertan el instinto triunfalista que todos los seres humanos
tenemos, por qué dígame Usted, ¿a quién no le gusta ganar?, entonces
estas artimañas hacen que nos olvidemos de las propuestas y nos manipulan
psicológicamente para que sufraguemos por el mejor posicionado en las
encuestas, no en las ponencias.
Es momento de cambiar el rumbo de nuestra sociedad
y crear conciencia en nosotros, no podemos cambiar un voto por publicidad
bonita, por una camiseta, un gorro o por el sentimiento triunfalista que al
final se convierte en el opio que nos cega y nos hace errar como lo hemos hecho
eligiendo siempre al peor y dejando pasar a ciudadanos que de verdad pueden ser
útiles a las sociedades, ojalá y algún día se cumpla el sueño de mi padre y la
gente no se deje llevar por el instinto y vote por quien pueda sacarnos del sub
desarrollo, la pobreza y conseguir un futuro mejor.
Jimmy Nelson Ordóñez Torres.