Llega una nueva Navidad y con ella la cadena de buenos propósitos, de frases endulzadas, de sentimientos melosos, de ofertas comerciales y de gastos descontrolados.
Casi desde hace tres meses se nos ofrece los jugosos descuentos de Navidad; las recomendaciones de comprar nos recuerdan que "estemos como estemos" me refiero al aspecto económico, hay que gastar; desde finales de noviembre se celebran los agasajos Navideños; todos ellos cargados de felicidad y mucha peromucha conveniencia.
Resistir una Navidad en estas condiciones exige un entrenamiento casi de súper hombre, se debe estar preparado física, mental y moralmente. Porque es difícil aguantar la tentación de consumir para ser felices, pero es más difícil aún permanecer impasible ante el duro espectáculo de los no incluidos o desfavorecidos, de quienes tienen dificultades para casi todo y que en estos días son objeto de un chantaje emocional en el que se les reparten ilusiones por un día y olvido eterno.
Cuando llega la Navidad parece como si revivieran las gentes que necesitan nuestro apoyo, las víctimas de la intolerancia y la intransigencia, los que viven realmente mal y mueren de enfermedades curables o de guerras que nadie entiende o de hambre o sed o de acuerdo a las putas conveniencias que se manejen en determinado momento.
Quiero con esto refutar esta patraña mercantilista en la que se ha convertido a la Navidad, que junto al disparate del derroche y arrogancia se promocionan las causas más nobles como el amor y la felicidad siendo estos dos términos manipulados de acuerdo a como mejor se les saque provecho.
Bella, nostálgica y melancólica Navidad. A nadie deja indiferente. Porque en el corazón de cada ser humano anida la esperanza de la felicidad y ésta es la idea sublime que rodea a toda esta fiesta. No quiero ser iluso,pero si no fuera porque en estas fechas todo se ilumina y muchas personas en muchos lugares diferentes de todo el mundo quieren ser felices a la vez y porque no hay otro momento en nuestras vidas en las que seamos conscientes de que simultáneamente millones de seres humanos ejerzan su derecho a ser felices y buscan la felicidad, si no fuera por que el olvido, la soledad, el desamparo y la injusticia no tendrían un recordatorio fijo para reclamar la atención que merecen quienes las padecen... no creería en la Navidad.
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