1/02/2024

"LOJANO COME PERRO", LA HISTORIA.


Corría los últimos años de la década de los 60 y la castellana ciudad de Loja vivía un franco crecimiento, las oleadas de migrante provenientes de sus cantones, esencialmente de los lugares que eran azotados por una feroz sequía, quienes llegaban en busca de mejores días.

Esta ola migratoria se evidenciaba principalmente en el sector del parque Bolívar, en donde se ubicaban las oficinas de las empresas de transporte Loja, Unión Cariamanga, Santa, Viajeros, Flota Norte, San Luis, entre otras, las mismas que llevaban y traían a centenares de paisanos.

En ese auge de transeúntes proliferaron los locales comerciales, en especial los de venta de comidas, diariamente cientos de comensales se deleitaban con el repe, la cecina, la chanfaina, las morcillas, los tamales quimbolitos, la miel con quesillo, entre otras delicias de la gastronomía lojana.

Pero había un comedor, como se llamaba en aquella época a los restaurantes, que acaparaba la mayoría de clientela, el mismo se ubicaba a una cuadra del parque Bolívar, y estaba por la calle Quito, ahí las colas de gente y la aglomeración era una constante, lo que significó el descontento y envidia de los dueños de los locales aledaños.

Ahí inició esa historia que recorrió el país y hasta traspasó fronteras, y es que los propietarios de los locales vecinos, comandados por individuo conocido como "el morlaco", se inventaron la trama perfecta para desprestigiar al famoso comedor; habían faenado tres canes callejeros sin piedad, dejándoles sus cabezas para que nos los confundan con borregos; esperaron la oscuridad de la noche y los colgaron en el tendedero de las cecinas.

Muy por la mañana los transeúntes comenzaron a murmurar sobre el horripilante y tétrico espectáculo, la gente alarmada, propios y extraños estaban conmovidos con la noticia, prácticamente todos los lojanos habían comido carne de perro. La noticia se expandía cada día y los rumores eran más fuertes, las estaciones locales difundan la noticia, las vecinas pasaban la voz, los visitantes también se enteraban y llevaban la noticia a sus lugares de origen, mientras que los propietarios del local se esmeraban por desmentir el incidente y veían con pesar como se alejaba su enorme clientela.

El rumor fue creciendo y la frase de "lojano come perro", se comenzó a escuchar a lo largo y ancho del país, los primeros en escuchar, esa molestosa frase fueron los chóferes de la Cooperativa Loja, quienes a sus viajes por los diferentes poblados, eran molestados principalmente por sus colegas.

Esta noticia también llegó a la capital de la República, en donde en aquellos años los estudiantes lojanos principalmente de la Universidad Central del Ecuador, también recibieron ese apodo por parte de jóvenes celosos de sus dotes de artistas, su buena labia y su pinta con la que conquista a las bellas chullas.

Este rumor se fue desvaneciendo con el pasar de los años, a pesar de que los autores de aquel episodio, se llevaron su secreto a la tumba, a excepción del autor intelectual, quien contaba su hazaña con unas cuantas copas de canta claro adentro y sin remordimiento, lo que después fue transmitido a las nuevas generaciones del lugar donde se dieron estos acontecimientos.

Muchos ciudadanos han vinculado esta frase a la sequía que vivió la provincia, pero eso está alejado de la realidad, porque nuestra gente padeció muchas necesidades, pero nunca perdió su dignidad, prefirió migrar en busca de un nuevo horizonte a ciudades como Santo Domingo, Sucumbíos o a la provincia de Zamora Chinchipe, en donde han dado un inmenso aporte al desarrollo de estas localidades, con su esfuerzo y honestidad.

Texto: Francisco Mardoqueo.

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