8/17/2009

Profesionalizar la política.

Cuando queremos que alguien se ocupe de nuestra salud, vamos al médico; cuando queremos construir algo en nuestra casa, nos asesoramos por el mejor maestro o arquitecto; cuando queremos hacer algún trámite legal importante acudimos a un abogado. Todo esto, porque sabemos son las personas mas idóneas para desempeñar ese cargo, que poseen, al menos en teoría, los conocimientos adecuados y no dejaríamos al azar una decisión importante en cualquiera de los ámbitos anteriormente nombrados y quizá en cuantos otros más. Creo que nunca haríamos una elección para elegir a quien, por su cara simpática, debería decidir sobre nuestra salud, o sobre nuestra vivienda o sobre los arreglos de nuestro auto, siempre tendemos por razones obvias a consultar con alguien que posee los conocimientos más idóneos sobre el tema en cuestión.

Pero entonces nace mi inquietud ¿Por qué dejamos que se decidan los destinos de un país en manos de alguien que por un bonito discurso, o por su cara amigable estampada en un afiche, o por sus reiteradas apariciones en televisión, porque actúa en una novela, porque ganó un reality, o porque habla en la radio, creemos que tiene las cualidades para ser una alta autoridad para el gobierno? ¿Acaso esto no requiere de preparación? ¿No requiere de conocimientos? Y por sobre todo ¿No requiere de una intachable autoridad moral para poseer un cargo de tanta responsabilidad?

Nos quejamos de tantas cosas, y evidentemente hay cosas malas que me faltarían letras para nombrarlas, pero de alguna forma y creo cada vez más en ello “Las personas tienen los gobiernos que se merecen”. Se acercan nuevamente los circos, sí los circos, pero no con animales ni con acróbatas que erizan los pelos. Son las ostentosas propagandas electorales que comienzan a poner rostros y shows por todas partes, siempre cercanos al público de gustos masivos, junto a artistas y bailarinas, porque todo eso gana un voto, y otro voto y otro voto. Pero nuevamente nace mi inquietud ¿Qué tiene que ver todo ese show, muchas veces vulgar, con las cualidades para saber gobernar? ¿Dónde se muestran las aptitudes reales de los candidatos? Sólo basta una cara simpática y una buena imagen, muchas veces falsa. Ahora me explico por qué actores, músicos, locutores y cuanto personaje popular quiere entrar a la política: buen sueldo, viáticos para todo y solo tienes que fingir ante las cámaras.

Si estamos con esta mentalidad de improvisar en los cargos importantes, muy bien, entonces elijamos todos a quien será el mejor medico, el mejor abogado, elijamos a quien sea el mejor ingeniero, para que una vez elegido los sane a todos, nos de justicia y construya para todos.

Urge la necesidad de considerar a la Política, no como un circo Itinerante, urge la necesidad de volver a considerarla como una Ciencia, incluso como un Arte. Hay sabios que lo han dicho hace siglos, por ejemplo para Platón el gobernante debe ser el mejor entre los hombres, el más sabio, justo, trabajador y de dominio personal e intachable conducta moral, un filósofo. Confucio, hablaba de que lo ético y lo político estaban profundamente relacionados, una virtud no puede vivir sin la otra.

Parece razonable que cualquiera que decidiese ser político pueda tener una formación y una puesta a prueba de sus capacidades, en lo que llamaríamos una Escuela Política. Capacidad de decisión, de veracidad, de administración, de conocimientos históricos, psicológicos, filosóficos, científicos y unos cuantos más, pues ¿Acaso el gobernante no debe ser un hombre completísimo en cuanto a acción y pensamiento?
Creo que por lógica y sentido común la respuesta es sí, requerimos que nuestros políticos sean preparados para aquello, que no lleguen a los cargos a través de una simple campaña propagandística, sino a través de méritos personales claros.

Urge la necesidad de profesionalizar la política, ya basta de circos como si fuésemos tontos, el que quiera ser político que se lo gane a fuerza de estudio, dedicación y meritos morales esto más que otra cosa. Una Escuela Política intachable, creo que ayudaría mucho.

Gobernar no es un juego, es la manera de llevar a los pueblos a su máxima realización, y no a su máxima explotación. Por mientras, exijamos virtudes reales, no pidamos bonos o recompensas por un voto, pidamos gente honrada, gente con capacidad, con visión, con sueños grandes, con amor, con capacidad de dar más allá de los beneficios personales, en el fondo necesitamos políticos que asuman su misión como algo sagrado y de gran valor para todos.

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